San Francisco de Asís, hombre Evangélico
Por: Fray Erwin Ramirez.
Franciscano Conv.

El 04 de octubre de cada año los cristianos celebramos el día de San Francisco de Asís, un hombre que con su experiencia de Dios marcó y sigue marcando la historia, tanto de la Iglesia como de la humanidad; Francisco nacido en un pequeño pueblo de Italia en el año 1182 es reconocido hoy como el hombre universal, admirado y estimado dentro y fuera de la Iglesia Católica, pero, ¿por qué es admirado? ¿Por qué sigue teniendo repercusión en nuestros días? ¿Por qué en la actualidad tantas personas visitan la Basílica en Asís donde están sus restos?; quizá porque fue un hombre que desde lo que era, se dejó encontrar por el Señor y como fruto de este encuentro pudo encarnar el Evangelio en su vida; es por ello que a través de éste escrito quisiera compartir con ustedes tres características del poverello de Asís (pobre de Asís), como es también llamado, y así viendo su experiencia con el Señor, podamos de la misma manera tener un encuentro intimo con el Resucitado.
La primera característica es Francisco de Asís hombre de profunda experiencia con Dios. Como he mencionado anteriormente el pobre de Asís es bastante reconocido en el mundo cristiano y no cristiano, es el santo universal, el hombre que tuvo una unión profunda con Dios al punto de recibir
recibir en sus últimos años los estigmas, como señal de la presencia de Dios en su vida y como fruto de su intimidad con Él. Muchos de nosotros cuando pensamos en S. Francisco de Asís pensamos en un hombre sobrenatural, en una persona yuxtapuesta a nosotros, que posiblemente nació santo y por ende se nos hace muy lejana su experiencia de vida, cuando realmente es todo lo contrario; que fue un joven que creció con ilusiones de ser grande y ser reconocido en su época, que era soberbio y vanaglorioso, pero que sólo algo lo llevó a la conversión, su encuentro personal con Jesús de Nazaret.
Profundizando en los escritos de S. Francisco de Asís y lo que escribieron de él, vemos que su eje central era la intimidad con el Señor[1], muchos episodios nos reflejan esta realidad; al inicio de su vida, Francisco en su búsqueda personal, del querer saber qué hacer con su vida, se retira a orar, va a una pequeña iglesia que estaba en ruinas, allí encontró un crucifijo y al levantarlo escuchó la voz del Señor que le decía: “Francisco repara mi iglesia”[2], la respuesta de Francisco fue inmediata, pero claramente pensaba que se refiriese a la estructura, a la reconstrucción de aquella pequeña iglesia en ruinas, cuando el Señor hacia referencia a su Iglesia como cuerpo de Cristo, que para esa época la Iglesia estaba caminando por caminos equívocos, a causa de tantas riquezas y conflictos internos; ahora bien, Francisco iluminado por el Espíritu Santo, fue comprendiendo paulatinamente que no se trataba de la estructura sino de la Iglesia como institución.
Sin duda alguna todas las grandes cosas que Francisco hizo, se dieron como fruto de la experiencia personal con Dios, del encuentro con Jesús a través de su Evangelio que lo llevó a la transformación interior y exterior. Por ejemplo, un dato interesante es que Francisco al inicio de su experiencia no quería fundar ninguna orden, ningún grupo, solamente quería hacer experiencia con esa persona que había encontrado “Jesús”; pero poco a poco muchos jóvenes e incluso aquellos amigos que disfrutaban antes con él en las fiestas, comenzaron a acercarse y a pedirle a Francisco que ellos también querían experimentar eso que él había encontrado, es entonces donde Francisco comprende que el Señor le estaba regalando hermanos para iniciar ya no un proyecto personal, sino comunitario[3].
La segunda característica que quisiera compartir con ustedes es Francisco de Asís hombre de Fraternidad; a parte del hecho ya mencionado, que Francisco recibe a los hermanos como don de Dios [4], Francisco llega a redescubrir en la creación la fraternidad universal, que a través de cada cosa creada ve a quien es origen de la creación, o sea Dios. Francisco es capaz de relacionarse con todos como hermano, de hecho, esa facultad que tenía el hombre al inicio de la creación de poder relacionarse sin obstáculos con los animales y demás creaturas, Francisco la tuvo como fruto de su unión con Dios.
Cómo es bien sabido en el medioevo se tenía una visión bastante teocéntrica, casi se puede decir que el hombre era colocado a un lado, por eso tanto énfasis en el cumplir las normas y en hacer tantas mortificaciones; ciertamente Francisco siendo un hombre de su época no es ajeno a esta realidad, pero él desde su relación con Dios da un paso adelante, inicia a colocar también la mirada en el hombre, en su dignidad como creatura, esto no quiere decir que deja de un lado a Dios, al contrario, su relación con Dios se hace más profunda, ya que se está más cerca de Dios cuando se es verdaderamente humano; Francisco contemplando la vida de Jesús y en particular dos misterios que fueron importantes en su vida, el de la Encarnación y el de la muerte, redescubre entonces lo importante qué es la humanidad para Dios, Dios se hace uno de nosotros y Dios da a su Hijo para darnos la salvación(Jn 3,16). Así pues, viendo lo importante que es el hombre para Dios, también Francisco le da su valorización, por ejemplo, para Francisco es más importante la persona que la norma, esto lo refleja un episodio en que Francisco se encontraba con sus hermanos en el periodo de ayuno, pero un de ellos en la noche sintió hambre, fue a escondidas a la cocina e inicia a comerse el pan, Francisco al darse cuenta llama a todos los hermanos para interrumpir el ayuno y comer junto a este hermano, para que así éste, no sintiera pena; como el episodio recién contado, existen muchos más, donde se ve claramente que Francisco está convencido de la importancia de la persona, como creatura e hijos de Dios.
Y la última característica es Francisco hombre reformador, ciertamente Francisco también es reconocido por haber sido un reformador, tanto así, que es llamado por un Franciscanita protestante (Paul Sabatier) el primer Martin Lutero. Es notable que en la época en que vivió Francisco de Asís la Iglesia se encontraba en dificultad, viviendo un antagonismo entre lo que predicaba y lo que vivía, por esta razón encontramos tantos movimientos reformadores contemporáneos a Francisco (Cataros, Valdenses, pobre de Yahvé) que buscaban en cierta manera un regresar a los orígenes, viviendo una vida más radical, en contraposición a la Iglesia jerárquica; ahora bien, hay una gran diferencia entre estos movimientos y Francisco de Asís y sus hermanos, estos movimientos se consideraban mejor que los demás, llegando al punto de condenar a los demás en el caso de que las personas no entraban en sus paradigmas eran condenados, y ciertamente comenzaron a atacar a la Iglesia, pero con el principio en el corazón de soberbia, “nosotros somos mejores que ellos”; por su parte vemos en muchos hechos que éste no era el comportamiento de Francisco, Francisco después que inicia el proceso de conversión, siempre se consideró el último, el servidor, por esta razón Francisco si es un reformador de la Iglesia, pero hizo la reforma desde dentro, desde la humildad, después de su encuentro con Cristo, jamás se consideró mejor que los demás.
Sin duda alguna su forma de vivir evangélicamente era desafiante para las autoridades eclesiásticas, de hecho notamos que cuando Francisco fue a presentar la regla de vida de los hermanos menores ante el Papa[5] no encontró una respuesta inmediata, sino que tuvo que esperar, considerando evidentemente que el papa con sus colaboradores tenían que estudiar a fondo el nuevo movimiento para evitar herejías, pero no obstante, Francisco encontró resistencia ante la propuesta presentada, ya que era también incómoda para la iglesia jerárquica de la época; pero como aquel proyecto ya no era de Francisco sino del Señor, fue Él mismo que a través de su espíritu le hizo comprender al Papa que el movimiento franciscano era una cosa suya.
En la época de Francisco habían muchos sacerdotes que no eran coherentes con su vida de consagración, no obstante, Francisco decía que si en alguna ocasión se encontrase de frente a un Ángel o un sacerdote, así este fuera pecador, el preferiría besarle las manos al sacerdote y no al Ángel, porque es solamente el sacerdote quién puede traer a Jesús a la tierra a través de las especies del pan y del vino en el momento de la consagración.
Ahora bien, con razón debemos preguntarnos, ¿qué tiene que ver todo esto con cada uno de nosotros? Mucho diría yo; ya que Francisco es un ejemplo vivo que la propuesta del Evangelio se puede vivir, cada una de las características que se han profundizado sobre Francisco de Asís pueden iluminar nuestra vida de Cristiano. Por ejemplo; ante un mundo tan agitado, donde se hacen tantas actividades y donde se crece creyendo que vales por lo que haces, donde se busca la felicidad en cosas efímeras y superficiales, pienso que es indispensable el encuentro con Jesús de Nazaret, con quien verdaderamente es la felicidad, no hay otro camino sino el de estar con Jesús (Mc, 3,14) el de dejarlo que actúe en nuestras vidas como lo hizo Francisco de Asís.
Hoy en día en nuestra Iglesia existen y están surgiendo muchos movimientos con carácter pastoral, de misión y de evangelización, que considero como nociones del Espíritu Santo para renovar la Iglesia, pero deben tener un poco de cuidado y no dejar que estos movimientos se conviertan en “ONG”, descuidando el encuentro con Jesús, incluso vemos a congregaciones y órdenes que colocan más el énfasis en lo que se tiene que hacer hacia afuera (qué es muy importante) olvidando posiblemente que nuestro hacer debe estar guiado y marcado por el Espíritu del Señor; Ahora bien, existen muchas formas de encontrarse con el Señor, no solamente las formas clásicas (Liturgia de las horas, devociones y la Eucaristía), que sin duda alguna estas son las privilegiadas de carácter eclesial, sino que también el Espíritu va suscitando nuevas formas, el cual nosotros no podemos encerrar.
La otra característica de Francisco que puede iluminar nuestro caminar es el redescubrir la fraternidad universal; ante un mundo tan globalizado, lugares donde ya no vive solo una cultura sino muchas culturas, una sociedad donde se nos invita a usar a las personas como un objeto y que las mismas valen no por lo que son sino por lo que tienen, se convierte entonces en un desafío el saber vivir en fraternidad que tanto falta a la sociedad actual. En esta misma línea de vivir y promover la fraternidad universal, entra el cuidado de la casa común, viéndolo como lugar teofánico, donde Dios se manifiesta, que es creado por Él para el sustento del hombre, no para que el hombre se convertirá en su explotador, sin saber que se destruye a sí mismo.
Finalmente la última característica de Francisco que nos puede iluminar es la de Francisco como hombre reformador. Es notable que nuestra Iglesia está pasando por momentos no tan agradables, momentos que no son mejores ni peores a épocas anteriores, sino que es lo que nos tocó vivir y debemos afrontarlos con madurez humana-espiritual, y así como Francisco estamos también llamados a ser hombres de cambios, primero haciendo experiencia del Señor, que de allí parte todo y como fruto, ser signos de cambios en el mundo, con la opción radical del Evangelio, como nos dice S. Pablo tener los mismos sentimientos de Jesús (Flp, 2,1-11), encarnados en el siglo XXI, con las características de nuestro tiempo, sabiendo que el mensaje, el contenido es el mismo, pero las formas van cambiando al paso del tiempo.
Francisco con su experiencia nos enseña que el cambio verdadero es fruto de un cambio interior, de un encuentro personal con Jesús que te invita a la vez a plasmar su Evangelio en cada cosa que hagas, en cada uno de los ambientes donde te desenvuelves, familia, amistades, trabajo e Iglesia. Necesitamos personas que encarnen el Evangelio en la cotidianidad, que los demás se den cuenta que somos cristianos no porque usamos una vestimenta, o porque llevamos un distintivo, que es importante, sino que en nuestra manera de vivir reflejemos a Cristo Resucitado.
Dejemos pues iluminar por la experiencia de Francisco el hombre universal, y llenémonos de entusiasmo para hacer nuestro propio camino de entrega, no se trata de imitar sino de seguir el Señor desde la libertad, Francisco hizo su parte, nos toca ahora a nosotros hacer la nuestra.
“Paz y bien” Dios les bendiga.
Fray Erwin Ramirez.
Franciscano Conv.
[1] (cf. 1 Cel 21; 2 Cel 2; RC l 6).
[2] (2 Cel 10), (TC 13).
[3] 1Cel 24; 2Cel 15; LM 3,3; TC 29.
[4] Test. 14.
[5] 1 Cel 32.